Finalizando el 2018, los préstamos comerciales (es decir, todo tipo de crédito que puede ser utilizado tanto al inicio de un negocio, como a lo largo de su ejecución), arrojaron una tendencia declinante durante los últimos 3 meses. Esta vez con una disminución del 3,1% respecto al mes anterior. Así lo reveló el último informe de la consultora privada First Capital Group, que asegura que el saldo de los préstamos alcanzó los $ 393.939 millones para el total acumulado, representando también una baja interanual del 3,63%, contra los $ 408.770 millones al cierre del mismo mes del año anterior.

Según el trabajo, si se analizan las variaciones de los saldos de préstamos comerciales en pesos de los últimos cinco años, se puede comprobar que el saldo acumulado al cierre de cada mes en líneas generales ha venido creciendo durante el período analizado, destacándose a simple vista algunos “picos” y “valles” en esta serie. “Si hacemos foco en la tasa de variación nominal del saldo del mes en relación al mes anterior observamos que se alternan períodos de crecimiento relativamente cortos (de 3 a 9 meses), con interrupciones o directamente caídas de los saldos con relación al mes anterior”, destacó el trabajo.

Asimismo, señaló: “no es posible diferenciar en el período de cinco años analizado, comportamientos muy disímiles a pesar de que la dirección de la política económica durante estos años se rigió por las ideas de diferentes (si no opuestos). Todo esto evidencia la fragilidad de nuestra estructura económica, la cual no es capaz de mantener un rumbo creciente por lapsos más prolongados, a pesar de los esfuerzos de los operadores públicos y privados que intervienen en ella”, aseguró Guillermo Barbero, socio de First Capital Group.

Visiones diferentes

No obstante, si se ajusta el análisis de los valores nominales del período mediante el índice de precios al consumidor, para así obtener cifras comparables, se puede observar que solo hubo dos semestres con crecimiento real: junio-diciembre 2015 y junio-diciembre 2017. “Cada uno de estos lapsos mencionados fue dirigido por presidentes y ministros de Economía con diferentes visiones acerca de cómo enfrentar el desafío de gobernar y ambos períodos coincidieron con momentos durante los cuales se llevaron a cabo procesos eleccionarios de gran trascendencia para los principales actores de la política”, argumentó Barbero. La realidad muestra que la declinación de la actividad financiera y productiva es evidente.

Por último, si se compara los saldos a fin de cada mes ajustados por indicadores de precios, se puede observar que los valores más altos de la serie, se encuentran en los meses más alejados en el pasado, lo cual no es mérito de ellos, sino que es el resultado de la inflación que demuestra que el nivel de actividad se encuentra estancado o disminuyendo con el paso del tiempo.

Asimismo, durante los últimos meses de 2018, se aprecia el resultado de las restricciones monetarias impuestas por el Banco Central, con el objetivo de disminuir la inflación: hay una sensible baja de las financiaciones al sector privado, debido a las limitaciones que tuvieron los Bancos para otorgar nuevos créditos a raíz de la suba de los encajes.

Por otra parte, durante este último semestre, se observó en los deudores un esfuerzo para reducir los stocks de cuentas por cobrar a clientes y mercaderías, se limitaron las nuevas inversiones en planta y equipo, se rescataron inversiones financieras y se vendió moneda extranjera para poder cancelar deudas en pesos a tasa variable. El gran incremento experimentado por el costo financiero incentivó el desendeudamiento del sector privado.

“Queda claro que mientras no podamos derrotar a la inflación, todos los esfuerzos que se realizan en el segmento financiero de la economía para impulsar un crecimiento de la actividad, abarcar mayores sectores productivos y propender a la inclusión, terminan siendo estériles”, concluyó Barbero.